Futbolista pedigüeño
A Salahedín Bassir lo llamaron el Maradona africano en sus buenos tiempos en que jugó en las primeras ligas europeas: española, francesa, griega, y formó parte del combinado nacional de Marruecos.
Acabó su carrera como tantos futbolistas retirados, como directivo del club Raja de Casablanca, el más laureado de Marruecos y que acaba de quedar finalista en el último Mundialito del pasado diciembre.
Vamos, que Salahedín Bassir no es exactamente "un muerto de hambre". ¿quién le mandaría entonces cometer la siguiente torpeza? Cuando su club, jugadores y directivos, fue recibido en palacio por el rey Mohamed VI para felicitarles por sus logros en el Mundialito, Bassir entregó al monarca una carta donde le solicitaba "un terrenito". Para su uso y disfrute.
No fue el único miembro del club que deslizó un sobre en las manos del rey, pero el gesto de Bassir causó estupor. Tanto que desde el Palacio llamaron al día siguiente al club para mostrar su perplejidad. Resultado: Bassir ya no es directivo. Fulminantemente despedido.
Hubo un tiempo en que el rey de Marruecos, o la gente de su entorno, recogía en las calles y en las dependencias del palacio sobres y sobres con los reclamos del pueblo humilde, haciendo gala de su fama de generoso. Luego llegó otra forma más sofisticada de "repartir", mediante la concesión discrecional de permisos de taxi, de líneas de autobús, de licencias de pesca o de canteras de arena.
Bassir sencillamente creyó que la generosidad de su rey le permitía aprovecharse de su cercanía para "sacar tajada". Pero sin darse cuenta, ha manchado su nombre, que es calumniado en todas las redes sociales. Un periodista lo ha disculpado de triste manera: "Hijo de su cultura", ha dicho.
Escrito por
Periodista español especializado en temas árabes. Ha residido en Egipto y en Perú. Ahora escribe desde Marruecos.